25.2.17

Mis cuentos (XVI): Ella era perfecta...


Qué suerte tengo, mami...eres la mami perfecta! 

Ella era perfecta, se dijo al dormir la noche de sus catorce cumpleaños...la conoció en su fiesta, rubia, de mirada limpia, sólo tenía trece...pero a él le pareció perfecta. Decidió pedirle salir.

Al salir de bailar en el tercer tiempo de aquella fiesta de la primavera que organizaron los de primero de Bachillerato y les permitieron ir a los de cuarto, le comentaba a su amigo Daniel: Viste aquella morena de pelo corto, que no es del Insti, con la que he estado hablando y bailando varias veces; era perfecta... hemos vuelto a quedar para el sábado.

Sus años universitarios siempre galopaban entre su Escuela de frikis y la Facultad de Psicología donde había encontrado a la chica perfecta. Una prepsicóloga de ojos azules e indumentaria perroflautil que le tenía loco y, como el de la mochila azul, con bajas calificaciones...

En su Erasmus en la Baja Sajonia alemana descubrió que la chica perfecta, en realidad, era más fácil de encontrar en zonas donde el termómetro de máximas raramente mostraba dos dígitos. Una teutona de generoso escote hizo que decidiese completar más aún su formación europea con unas prácticas en una empresa de la zona.

La noche de su boda con Mariola, tras el derroche de efusiones que marcaba el momento, cerró los ojos y pensó...qué suerte tengo, es perfecta.

Era perfecta, Luis, comentaba mientras centrifugaba el café con la cucharilla en pleno estado de excitación. Que sí, que ya sé que me lo has oído decir otras veces, pero esa comercial con la que cené anoche es mi alma gemela. Creo que, por fin, después de mi ruptura me he vuelto a enamorar...

Ese crucero para jóvenes prejubilados parecía que no iba ser cómo los anteriores, mucha comida y exceso de bebidas para su maltrecho cuerpo, aquella chica de Cuenca que viaja sola, parecía ser la mujer perfecta, y desde que cayeron juntos en la cena del Capitán no le había quitado ojo.

No le gustaba, no le gustaba cuando le atendía la "malaje" de Rosa, para él su chica favorita, la mejor cuidadora de la residencia, era Noelia, aquella que en lugar de tratarlo a gritos o con malos modos, ponía todo su empeño en hacerle la vida más fácil, ello adornado siempre con una amplia sonrisa. Era, sin duda, perfecta.

Un saludo a tod@s


Aprendemos a amar no cuando encontramos a la persona perfecta, sino cuando llegamos a ver de manera perfecta a una persona imperfecta.
Sam Keen (1931-?) Escritor, profesor y filósofo americano.

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